SÍNDROME
METABÓLICO: UN RIESGO PARA NUESTRO CORAZÓN

Extendido
en los países desarrollados, la obesidad central y la resistencia a la insulina
son sus principales causas.
Numerosos
estudios ponen de manifiesto que la prevalencia del Síndrome Metabólico (SM) en
la población general es muy elevada.
Este
síndrome fue definido en 1988 por Gerald Reaven como un conjunto de
alteraciones metabólicas cuyo nexo fisiopatológico común es la resistencia a la
insulina. Sin embargo, ya se habían referido a este síndrome en 1923,
caracterizado por la asociación de hipertensión arterial, obesidad,
hiperglucemia y gota.
El
Síndrome Metabólico es considerado como uno de los principales problemas de
salud del siglo XXI y requiere según los expertos de una acción integral y
coordinada para su prevención y tratamiento. También conocido como “síndrome de
resistencia a la insulina” o “síndrome X”, interrelaciona una serie de
patologías: Diabetes Mellitus tipo 2, Obesidad central, Hipertensión arterial,
y Dislipemia, como los más frecuentes.
Sus
principales causas (Obesidad central y resistencia a la insulina) se pueden dar
de manera simultánea o secuencial, de ahí que no sea una sola enfermedad, sino
la asociación de varias anomalías metabólicas. Además, está estrechamente
ligada con las principales afecciones cardiovasculares, como la cardiopatía
isquémica, la arteriopatía periférica o los accidentes cerebrovasculares.
El SM es
consecuencia del estilo de vida del mundo occidental, y su progresivo aumento
hace prever una nueva epidemia mundial de enfermedades cardiovasculares. Más de
16 millones de muertes en todo el mundo se deben a estas patologías. Los niños
y adolescentes no están exentos de sufrirlo y es que mientras que el 14% de la
población es obesa, el 12% sufre sobrepeso entre los 2 y los 24 años, por lo
que el riesgo de desarrollar el SM en el futuro es alto.
Los
parámetros que más se utilizan para identificar este síndrome son los
siguientes:

Triglicéridos: más de 150 mg/dl.

Presión arterial: más de 130/85 mmHg.
– Obesidad
abdominal: circunferencia abdominal en hombres mayor de 102 cm, y en mujeres, de más
de 88cm.

Glicemia: en ayuno mayor de 110 mg/dl.
– HDL o
“colesterol bueno”: menor de 40 mg/dl en hombres y menor de 50 mg/dl en
mujeres.
Su
etiología se desconoce, pero suele presentarse en personas con una determinada
predisposición genética y con la influencia de determinados factores como la
Obesidad central o abdominal, el sedentarismo, el consumo de alcohol y tabaco,
la dieta hipercalórica  rica en hidratos
de carbono y grasas saturadas, y la hiperuricemia o gota, entre otros.
Dada su
elevada generalización, así como su alta asociación a enfermedades
cardiovasculares, es necesario disponer de instrumentos sencillos que permitan
el diagnóstico precoz para comenzar una prevención eficaz actuando sobre los
factores ambientales.
Las
prioridades terapéuticas son modificar los hábitos de vida que no sean saludables, evitar el desarrollo de la Diabetes Mellitus tipo 2, la
hipertensión arterial, la dislipemia…

Para llevarlo
a cabo la mejor solución es llevar a cabo un estilo de vida más sano: una
dieta adecuada, una práctica regular de ejercicio y evitar los malos hábitos
como el alcohol o el tabaco.
Con estas medidas, lograremos reducir la
resistencia a la insulina, disminuir el hiperinsulinismo y mejorar los factores
de riesgo cardiovascular.